Tenía serias dudas sobre Boss, la nueva serie dramática de Kelsey Grammer (Frasier) para Starz y la verdad es que me ha sorprendido muy gratamente con uno de los mejores pilotos de la temporada. Boss trata sobre Tom Kane, alcalde de Chicago durante varias legislaturas, al que le diagnostican una enfermedad degenerativa incurable que se irá manifestando rápidamente.
Lo que en un principio inspira cierta pena y ternura hacia el personaje de Grammer, se va esfumando con el paso de los minutos. Porque Tom Kane es ese tipo de personaje agradable en público y despiadado en privado, uno de esos personajes cabrones que te acaban gustando.
La serie sigue ese camino mostrando las dos caras que tiene el alcalde. Caras que solo sus más allegados parecen conocer. Y en esto Kelsey Grammer lo borda, con ciertos gestos que recuerdan algo a sus anteriores personajes cómicos de puertas afuera y con una gran crueldad y despotismo de puertas adentro. Resolviendo los problemas que va encontrando con mano dura, decidida y llegando a la violencia si es necesario.
La parte familiar de la serie es la que más me ha interesado y la que en principio promete más. Con su mujer Meredith (Connie Nielsen), capaz de vivir con él por pura apariencia y codicia, pese a ser un matrimonio completamente roto. Y una hija (Hannah Ware) que pasa por completo del padre y que es de lo más sorprendente del capitulo. Seguramente ellas conocen ese temperamento oculto y es por eso que el personaje de Kane es un hombre solitario, desconfiado, sin nadie con quien hablar ni desahogarse cuando llega a casa.
La parte política de la serie no está mal. Grammer copa todo el protagonismo en el piloto, pero los que están a su lado prometen mucho: Martin Donovan (Weeds) haciendo el papel de Ezra Stone, mano derecha y ejecutora del alcalde, Kathleen Robertson (Sensación de vivir) asesora de este, una mosquita muerta que pone pimienta a la serie, y Jeff Hephner (Hellcats) como el candidato sorpresa de Kane para gobernador del estado. En definitiva que los secundarios van a dar mucho juego y eso me gusta.
No esperéis un drama político al uso porque no lo es. Sí, hay votaciones, leyes, traiciones, tratos y candidatos que darían su mano derecha por subirse al carro del poder. Pero sin profundizar mucho en ello. Si The Wire usaba esa parte política para reflejar la corrupción política en Baltimore, Boss se sirve de ella para ver la cara más oculta y déspota del personaje principal y su séquito.
Con esta serie original, el canal Starz se acerca a productos que podemos ver en el resto de cadenas por cable. Dejando a un lado la ultraviolencia, el sexo y el taco fácil, y usándolos unicamente en los momentos de tensión de las tramas. De momento me ha gustado mucho, a ver como avanza. Por cierto el piloto está dirigido por Gus Van Sant (El Indomable Will Hunting) y ya ha sido renovada para una segunda temporada.
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